miércoles, febrero 13, 2013

La Señora María

De tanto tejer, la señora María tiene los dedos encrespados, los nudillos hinchados y la vejez avanzada. Dicen que es mejor fumar, al menos no se te encrespan los dedos. Porque a viejo, llegas igual. Pero ella no fuma. Ya no. Lo cambió por los palillos y la lana de oveja merina. Apenas se mueve la señora María. Sólo mueve sus muñecas para tejer y sus piernas para recorrer la vieja casa trasladando las bolsas de supermercado que le trae Jumbo On line todos los jueves. La señora María es una buena señora. Un alma buena diría don Jorge que la acompaña desde siempre. Don Jorge, a diferencia de ella, es un viejo gruñón que no hace más que quejarse de lo dura e injusta que ha sido la vida con él. Sólo su amor por la señora María le permite ver un poco de luz en su diaria y dolorida vejez. Es que don Jorge tiene casi todos sus huesos quebrados. Cientos, miles de fracturas, unas pequeñas, otras definitivamente grandes. Ninguna tratada, todas causadas por los golpes que la buena señora María le daba siempre que podía. Con fierros, con el palo de la escoba, con la plancha, con lo que sea lo golpeaba sin piedad al menos tres veces al día luego de lavarse los dientes. Esto duró por lo menos 20 años. Desde que él no pudo seguir caminando y hasta que ella no pudo seguir levantando armas. Pero él la ama. Siempre la ha amado, tanto mental como físicamente desde que ella era bebita, hasta que él no pudo seguir caminando.

1 comentario:

estrellita dijo...

un poco violento ,pero romantico